Héctor Garrido lleva veinticinco años realizando fotografías aéreas y sus imágenes conforman todo un rico mundo donde la búsqueda de la geometría y el mensaje han marcado la pauta. Sus series sobre fractales y el lenguaje de la Tierra son mundialmente conocidas. Toda su obra está realizada cámara en mano, sobre pequeños aviones o helicóptero. Héctor no usa drones ni cámaras teledirigidas.
A menudo me preguntan si para realizar mis fotografías aéreas utilizo drones o aparatos que eleven la cámara sobre el paisaje. Y para contestar con sinceridad intento ir más allá de un simple no y pruebo a hacer comprender a quien lo pregunta por qué tal cosa nunca sería posible.
Y así intento expresar que mis fotografías están hechas con sentimientos, con sueños y con recuerdos, que no son el paisaje en sí mismo sino lo que yo siento en él. Y en ese proceso creativo, aunque el ingrediente principal es, lógicamente, el paisaje, el carácter definitivamente es obra del viento que en el momento de disparar la fotografía choca en mi rostro, del vértigo que en cada giro de mi avión parece dejar atrás el alma, del propio estado de exaltación que me produce ser lector consciente de aquello que la gramática del paisaje propone, de la sensación concatenada de la exploración, la búsqueda y el descubrimiento que provoca cada disparo de la cámara y finalmente de la momentánea ofuscación producida por el riesgo, siempre presente, de estar transitando en un medio aéreo, peligroso y retador.
Esas son las especias que le dan sabor a mis imágenes.
Algo así sólo se puede experimentar ahí arriba, colgado del aire, con el cuerpo asomado sobre el paisaje y la cámara en la mano, bailando con el viento, como en un sueño.
Héctor Garrido